La esperanza en el futuro es cotidiana en mi vida. Recuerdo los primeros años de mi juventud, caminábamos por la Alameda seguros de haber contribuido con un nuevo mundo. Luego soportamos con entereza cuando las cosas no salieron bien, y espere hasta el último día para salir del país, como siempre, con esperanza en el futuro. La verdad es que, finalmente, nunca abandoné esta tierra, pese a que los desgraciados obligaron a que cambiara mi nombre y me ocultara en los peores lugares, nunca dejé de pensar en que una mañana, por la C.B 76 escuchara, “somos libres otra vez”, tenía esperanza en el futuro. Aún recuerdo ese último mensaje en Radio Magallanes, me transmitió esa esperanza que aún porto como una llama encendida.
El noventa, con la vuelta a
2 comentarios:
Oye, Enzo, se te fué un acento en: "y espere hasta el último día...", además que tu no tienes sesenta años, ni que fueras benjamin button
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