Cuando tengo hambre, su puedo como. Cuando tengo sueño, pues, duermo. Cuando alguien me mira, lo miro y cuando quiero decir algo, lo callo. Porque mi madre me dijo siempre, ¡qepd! (“Que en Paz Descanse” me dijo un colectivero que significaba), que si no tenía algo importante que decir me lo callara. En la medida de mis posibilidades paso el día feliz. Es verdad que no tengo casa, es verdad que no tengo ropas que lucir, es verdad que a veces siento que nada importa demasiado, es verdad que cuando siento ganas de tener algo, lo reprimo. Nunca he tenido nada realmente valioso.Desde hace 12.045 días habito en este mundo, evito decirlo en años, porque una vez un hombre vestido de riguroso negro me dijo, que esta era la edad de Jesús, y yo no quiero ser como él. Porque él murió de forma dolorosa por otros. Yo no quiero morir, no es que me encante mi vida, pero morir debe ser pero, por eso me escondo aquí.
De vez en cuando vienen unos jóvenes, más inteligentes y más lindos que yo a decirme que somos hermanos. Yo me pregunto ¿Cómo hermanos, si yo nací solo? Ellos me dicen, que ya no estoy solo. Y luego se van. Es rara la gente.
Hay algunos que me tienen lástima, incluso les arranco lágrimas, pero que saben ellos, viven en las mismas condiciones que yo, pero lo esconden bajo sus disfraces pagados a cuotas. Si hay algo que mi mamá me enseño, que Dios la guarde, es la honestidad.
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